Una sobrecarga es el efecto de saturación u ocupación completa de una cosa que impide su funcionamiento normal.
Un ejemplo es una sobrecarga en la red de telefonía o de internet. Demasiadas personas hacen uso de la línea telefónica, y esto provoca que la velocidad sea muy lenta, o incluso hasta que se caiga el sistema.
Hay muchos tipos de saturación, pero en lo relacionado con la efectividad, las sobrecargas emocionales son las más peligrosas.
El problema consiste en que ocupas tu tiempo y tus energías al máximo. Y claro, el cuerpo y la mente se resienten. Te notas cansado, fatigado, tus pensamientos y emociones van a otro ritmo.
La saturación se suele dar, sobre todo, en personas a las que les gusta optimizar. De esas que siempre están buscando hacer las cosas mejor, más rápido y en mayor cantidad. Sí, eso es… personas efectivas. Ya hablamos de eso aquí en un artículo titulado “La inflación de la efectividad”.
En realidad, la solución definitiva a las sobrecargas consiste en tener un plan, un sistema de organización personal que de verdad funcione. Por eso, desde EfectiVida proponemos un curso de productividad personal con un método que te ayudará a gestionar correctamente tu tiempo, y liberarte definitivamente del estrés.
De todas formas, vamos a analizar cómo detectar las sobrecargas, y 25 ideas para conseguir superarlas. ¡Vamos allá!
Cómo detectar una sobrecarga
El resultado final de una sobrecarga es siempre el mismo: saturación total… esa sensación de que no puedes más. La balanza se ha desequilibrado.
Es posible que el cuerpo dé alguna señal en forma de cansancio, sueño, o que te pongas malo con demasiada frecuencia. Al mismo tiempo, es muy posible que no duermas bien, que tengas pesadillas y que estés irritable.
El estrés derivado de la ansiedad puede provocar que bajen las defensas del cuerpo, y hasta que, en una analítica, valores como el hierro o los glóbulos blancos sean un poco bajos.
También es frecuente que no tengas ganas de hacer nada, y que busques alternativas en tareas poco importantes y fáciles de completar.
Puede que te sientas presionado a realizar ciertas tareas, cuando en realidad fuiste tú mismo quien las elegiste. O peor aún: llegas a odiar aquello que antes te gustaba.
Por otro lado, uno de los mejores recursos para reconocer que te has pasado de la raya son tus amigos y tu familia. En mi caso, tengo suerte, porque mi esposa hace de “control de gálibo”, y me avisa cuando ve que la cosa se ha desmandado.
Qué hacer cuando estás saturado
Antes de dar algunas ideas para sobrellevar una saturación o sobrecarga emocional, me gustaría aclarar que este es uno de esos temas complejos en los que cada persona es distinta.
Las causas son variables, y lo que a uno le puede venir bien, a otro no. En casos graves, es mejor acudir a un profesional, o bien probar algunas soluciones tomando medidas de seguridad.
Por eso, toma las ideas que daré a continuación como sugerencias que me han parecido interesantes, sin ánimo de ir más allá. Muchas de ellas me han venido bien cuando me he sentido saturado.
- Detecta aquello que te gusta, y dale prioridad. Intenta descartar las tareas que te roban energía y alegría.
- Enfócate. Usa los tiempos pomodoro. Evita la multi-tarea. Aplicar la ley de Parkinson o los criterios SMART ayudan.
- Pide sugerencias a otras personas. A veces, desde fuera, el bosque se ve completo. Busca un mentor.
- Aplica la regla de Pareto. Normalmente, el 20% de nuestras acciones dan el 80% de beneficios.
- Usa el cuadrante urgente-importante para enfocarte en las cosas realmente valiosas.
- No te olvides de dónde está tu casa. Ej: en marketing online, tu casa es tu web. En relaciones sociales, tu casa es tu familia.
- Para y reflexiona. Busca un hueco para pensar (ponte en modo off-uff). Toma notas sobre tus sentimientos. Anota también las conclusiones a las que llegues.
- Detecta qué cosas has implementado de más.
- Detecta por qué no estás siendo efectivo. Usa herramientas de calidad.
- Hazte preguntas. ¿Por qué hago esto? ¿Qué quiero conseguir?
- Detecta tus virtudes y tus debilidades. Conócete a ti mismo. Aprende cuáles son tus límites. La ventana de Johari te ayudará con esto. Sé honesto contigo mismo.
- Haz ejercicio.
- Cuida tu alimentación.
- Cambia el chip por unos días. Haz algo que te atraiga y que no tenga nada que ver con tu trabajo o afición.
- Pide o tómate unas mini-vacaciones.
- No dejes de formarte. El conocimiento es vital. Si te encuentras cansado y no tienes ganas de estudiar, ver videos de Youtube o audios en formato podcast puede ser más práctico.
- Limita la cantidad de información que recibes. A veces, la saturación puede venir por exceso de información.
- Deja de ver las noticias. No encontrarás nada bueno ahí. Desintoxícate.
- Cuida el tiempo que pasas en redes sociales. No te dejes enredar.
- Aprende a decir no y a decir sí.
- Si lo necesitas, busca ayuda de un profesional.
- Ponte la meta de usar un sistema de organización personal. En ocasiones, la saturación es provocada por falta de organización.
- Automatiza acciones poco importantes.
- Delega acciones importantes en personas que puedan realizarlas igual o mejor que tú.
- Ámate a ti mismo. Sé flexible (como decía Lao Tsé, si eres flexible, te mantendrás recto). Perdónate. Háblate con cariño. Las cosas no suelen tener tanta importancia como parecen.
¿Se te ocurren más ideas para detectar o luchar contra una sobrecarga? ¿Te ha pasado alguna vez? ¿Por qué no compartes tus aprendizajes?
Sea como sea, la efectividad es infinita. Por muy bien que esté hecho algo, siempre se puede mejorar. Pero en el equilibrio está la clave. A veces, vale más hecho, que perfecto. Vale más feliz, que saturado.
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