¿Te consideras una persona efectiva? Una forma de saberlo es observando lo que hacen otras personas que consideramos efectivas. Pero también podemos darle la vuelta fijándonos en lo que NO hacen.
- Trabajar muchas horas. Si de verdad es alguien efectivo, trabajará lo suficiente. No se trata de huir del trabajo, sino de hacer las cosas correctas, y hacerlas bien. Además, ya sabemos que trabajar mucho hace bajar el rendimiento. La mezcla entre descanso y trabajo debe estar bien medida.
- Comprar cosas muy baratas. Hay una regla interesante con los objetos. Es la regla de las 3 bes. Puede ser bonito, barato y bueno. Pero solo puedes escoger 2 de las 3 opciones. Las 3 no se van a dar nunca (o casi nunca). Esta ecuación resulta en que, lo barato, o es malo, o es feo. Una persona efectiva buscará una buena relación calidad-precio, y por eso, rara vez comprará lo más barato.
- Perder el tiempo en quejas. En vez de quejarse y lamentarse, la persona efectiva busca soluciones, y actúa si es necesario. Se hace responsable, calcula las consecuencias de las posibles soluciones y se pone en marcha. La queja es muy poco efectiva, porque, aunque es eficiente (solo se gasta saliva), es poco eficaz (no se consigue nada).
- Hacer algo «porque sí». La persona efectiva no deja las cosas al azar. Más bien, busca motivaciones para sus acciones. No inicia un hábito si no tiene un por qué. Además, planifica sus próximas acciones, de tal manera que todos sus golpes tienen un objetivo.
- Abusar de los demás. La persona efectiva sabe que, si saca beneficio de otra persona, debe haber una compensación. A esto se le llama win win (ganar ganar); si yo gano, tú también. A corto plazo, el abusón sale ganando, pero a largo plazo, su estrategia se derrumba.
- Ir solo por la vida. El llanero solitario estuvo bien, pero era ficción. Una persona sola puede lograr muy pocas cosas, pero si de verdad quieres efectividad, la suma importa. La persona efectiva, aunque sea tímida o introvertida, se «junta» con otras personas efectivas.
- Dejar de aprender. La efectividad implica lograr objetivos, y para eso hay que aprender. El esfuerzo inteligente depende de que dediquemos tiempo a «afilar la sierra». Una persona efectiva no dirá nunca «ya sé suficiente». Al contrario, cuanto más aprende, más comprende lo poco que sabe. Una gota en un océano.
- Decir a todo que sí. Cuando le decimos sí a algo, le decimos no a muchas cosas. Es el coste de oportunidad. Por eso, la persona efectiva dice que sí cuando tiene que decir sí, y no cuando tiene que decir no.
- Hacerlo todo. Aunque a la persona efectiva le gusta mucho aprender de todo, entiende que, para lograr objetivos gastando pocos recursos, debe apoyarse en profesionales. Estos son como palancas, que le van a permitir escalar. Por eso, la persona efectiva no pretende hacerlo todo.
- No gastan energía en lo que no pueden controlar. La persona efectiva sabe muy bien cuál es su área de influencia y no pierde su tiempo y enfoque en aquello que le costaría mucho cambiar. En vez de eso, se centra en lo que puede cambiar, y va ampliando poco a poco su área de influencia.
Seguro que hay más ideas, pero con estas ya podemos hacer un auto-examen. ¿Qué te parece? ¿Eres de verdad una persona efectiva? ¿Hay algún punto que se pueda mejorar? Si es así, excelente, porque la persona efectiva busca la mejora infinita.